En la década de los 40 en una finca de El Coronil, una pequeña localidad de Sevilla, el hijo de los dueños de casa y una empleada que realizaba tareas agrícolas, se enamoraron y mantuvieron un apasionado y a la vez «mal visto» romance.
Los padres del “señorito” instaron a la mujer a que volviera a su pueblo cuando ae enteraron de que esperaba un hijo de su pareja, prometiéndole que a su vuelta se casaría con él y ocuparía con su vástago el lugar que le correspondía.
Cuando la mujer hubo dado a luz a su hija, regresó para encontrarse que su novio había sido obligado a contraer nupcias con una mujer que la familia consideraba estaba “a la altura” del nivel económico y social de la suya.
El hombre siempre se ocupó de su hija, pero nunca le fue posible reconocerla legalmente como tal a causa de las presiones familiares y a que a los 47 años, falleció de manera súbita y sin hacer testamento.
Tras muchos años de litigios, se ha comprobado que efectivamente Sofía es la hija del terrateniente, gracias a veracidad de las numerosas fotografías que presentó como pruebas y al análisis de ADN que se le realizó al otro hijo, ya que el cuerpo de su padre fue incinerado inmediatamente después del velatorio.
Luego de la sentencia, se abre una nueva instancia ya que a la citada Sofía le corresponde una parte de la herencia que dejó su padre y que podría ascender a unos quince millones de euros.
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Foto gentileza de: aztecanoticias
