Ludwig van Beethoven en Heiligenstadt. Beethoven solía ir a Heiligenstadt de vacaciones. Allí paseaba, descansaba y se inspiraba; anotaba sus ideas en numerosos cuadernos y las desarrollaba durante los largos inviernos vieneses.
Cuando su sordera fue imposible de ignorar e instigado por el Doctor Johann Adam Schmidt, amigo y médico personal, decidió hacer testamento durante uno de sus retiros; de una manera muy personal redactó sus últimas voluntades, un documento al que se denominó “Testamento de Heiligenstadt”.
Dejó su fortuna a sus hermanos Carl y Johann Van Beethoven, pero les dio además, una serie de consejos de vida, basados en su propia experiencia.
Les explicó su mal: una sordera incurable y progresiva que le deprimía profundamente. Reconoció haber sentido deseos de quitarse la vida, pero pudo más el arte musical, que su deseo de poner fin a su tristísima existencia.
Además, al otorgar testamento, pidió concordia y concierto entre sus hermanos, basándose en que él mismo solo buscó la felicidad de ambos.
Les recomendó que enseñaran a sus propios hijos que la virtud es mejor fortuna que el dinero, luego de nombrarles herederos y pedirles que fueran justos entre sí y que el reparto de sus bienes lo hicieran de manera equitativa.
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