El dicho «al que Dios no le da hijos el diablo le da sobrinos» tiene su origen en que cuando una persona adinerada llegaba a cierta edad, los sobrinos se «acordaban» súbitamente de su existencia, pensando en obtener una buena tajada de su fortuna cuando ésta hiciera testamento.
Una señora de la alta aristocracia andaluza llamada Paloma Jover y fallecida en 2011 con casi 100 años, dejó la totalidad de su enorme patrimonio en bienes muebles, inmuebles y efectivo al Ayuntamiento de Lanjarón, con la condición de que con su herencia se hiciera «el bien para los demás».
Existe una enfermedad del tipo psicológica llamada patroiofobia. La persona que la padece tiene miedo a las herencias: a heredar o ser heredero, por fallecimiento de un pariente acaudalado o por testamento.
«Tomatito», es el mote de un indigente que vivía en Bolivia y a quien cuando la policía lo encontró, huyó despavorido pensando que querían arrestarlo. Nunca se enteró que los agentes le traían la noticia de era el heredero unos 6 millones de euros porque jamás volvió a vérsele.
Nina Wang legó a su maestro de Feng Shui una inmensa fortuna a cambio de la promesa de una larga vida. La mujer falleció de cáncer al poco tiempo y un juez invalidó el testamento.
Robert Louis Stevenson , el famoso escritor, le dejó en su testamento a una amiga muy querida, su propia fecha de cumpleaños, ya que ésta se quejaba de que por haber nacido cerca de Navidad, no podía festejar su onomástico.
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