
Es el escandaloso caso de la familia propietaria del edificio Windsor, el señor Julián Reyzábal, dueño del edificio, soltero, solitario al otorgar su testamento, dejó como beneficiarios a dos ex porteros de sus discotecas.
Los hermanos de Julián denuncian que dos empleados de la confianza de su hermano se estarían apropiando de su fortuna.
Julián fue siempre un amante de la música por lo que su padre le dejó a cargo una gran cantidad de salas que funcionaban como discotecas, además del cargo de vicepresidente de la inmobiliaria Ason. (su padre era el fundador del gran imperio inmobiliario).
Sus cuatro hermanos: Jesús, Florentino, José María y Milagros, ya no están en el consejo de la principal empresa. El patrimonio de la empresa fue valuado en 30.000 millones de pesetas en los ochenta y se duplicó más tarde.
Los empleados de seguridad de Julián eran dos hermanos marroquíes, se conocieron por los años noventa, los calificaba de empleados de confianza, eran sus chóferes, hombres de seguridad, estaban cada vez más cerca, él sólo podía confiar en ellos.
Por lo tanto en el momento de realizar su testamento dejaría todos sus bienes para estos dos empleados, hermanos, marroquíes, nacionalizados españoles.
Los hermanos de Julián en desacuerdo con esa decisión contrataron un abogado para ver si el testamento es real o si estos hombres están abusando de la posición de privilegio en la que se encontraban.
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Foto cortesía de:www.revista-anales.es