En estas épocas de globalización es válido hacerse la pregunta: ¿Dónde se hace un testamento? ¿Aún se recurre al mayordomo como testigo como en las novelas de Agatha Christie?
Hubo una época en la que hacer un testamento era algo casi exclusivo de personas que poseyeran un enorme capital. Hoy es una sana precaución que debería plantearse cada persona.
Hasta hace algunos años, cuando alguien sentía la necesidad de expresar sus últimas voluntades por escrito: o tenía un profesional de confianza o preguntaba a algún amigo o familiar por alguno conocido o se limitaba a buscarlo en las páginas amarillas.
El notario solía tener un formulario base al que iba agregando o quitando clausulas, según indicaciones del testador: el tipo de bienes que componían su patrimonio, entre que personas físicas o jurídicas se debía hacer el reparto y de qué manera llevarlo a cabo.
Actualmente quien hace un testamento, se encuentra ante una tarea mucho menos engorrosa, que se realiza de una manera muy discreta y efectiva y está al alcance de casi cualquier bolsillo.
La forma más asequible es hacerlo on line, siguiendo una serie de pasos muy simples y con un equipo profesional dispuesto a asesorarle durante todo el proceso; a la hora de firmarlo si usted no puede desplazarse, un notario lo visitará con ese fin, adonde usted lo indique.
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