Muchas personas se preguntan si no será exagerada esta moda de hacer testamento ante un notario y hasta por Internet, cuando lo corriente, siempre fue hacerlo de puño y letra en casita y guardarlo debajo del colchón, según decía el abuelo.
Una de las principales razones por las que no se debe hacer un testamento ológrafo, que es como se llama al que se realiza por propia mano del testador, es que para ser considerado válido, debe cumplir cierta cantidad de requisitos.
Se hará de manera manuscrita ya que no sirve ningún otro soporte (ni ordenador, ni DVD, ni video, etc.,) quien lo haga debe ser mayor de edad y escribirá con bolígrafo o pluma (para que no pueda borrarse) aunque sirve cualquier papel, hay que aclarar muy bien de la fecha del documento (día, mes y año) y deben salvarse y firmarse las erratas y/o enmiendas.
A todo esto hay que agregarle la circunstancia de que una vez fallecido el testador, estos documentos pueden “perderse” o sufrir alteraciones “misteriosas”, por parte de terceros o de herederos disconformes con el contenido del mismo.
Además, un testamento ológrafo debe ser presentado ante un juez, antes de los cinco años del deceso del testador, para que lo protocolice, de lo contrario pierde validez.
Debe certificarse la autenticidad de la letra del testador y que estuviera en pleno uso de sus facultades mentales, para lo que se requerirán testigos y/o un peritaje técnico y profesional.
Para los herederos, este proceso termina siendo largo, engorroso y si hubiera necesidad de impugnación o de recurrir alguna sentencia, podría terminar saliéndoles carísimo.
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