Ser previsor y dejar por escrito las últimas voluntades de cual queremos sea el destino de nuestros bienes, puede ser muy beneficioso.
Además es una medida sensata que le ahorrará a los herederos, tener que litigar a veces durante muchos años después incluso, del deceso del benefactor y hasta de algunos herederos intermedios más.
Este es el caso de la fortuna de Jimi Hendrix, el famosísimo guitarrista que falleció de una sobredosis de somníferos el 18 de setiembre de 1970 en la ciudad de Londres, sin haber hecho testamento.
Al no estar casado ni tener hijos, los derechos de autor sobre todas sus canciones, fueron a parar a manos de su padre Al Hendrix, quien los administró hasta el momento de su muerte en 2002.
Al leerse el testamento de Al Hendrix, se supo que éste dejaba la totalidad de sus bienes a su hija adoptiva Jamie, quien de inmediato creó la empresa Experience Hendrix, que tiene como fin difundir la música de su hermanastro.
El otro hijo de Al, León Hendrix, aseguró que el mencionado testamento había sido manipulado, ya que en una versión anterior, él recibiría el 24% de la fortuna valorada en unos 80 millones de euros.
Tan convencido estaba de tener razón, que llevó el caso a los tribunales y perdió. Se demostró que la causa por la que su padre lo había desheredado era su gran afición a las drogas y al alcohol.
En definitiva, todos los beneficios de las creaciones del genio de la guitarra quedaron en poder de su hermana Jamie, 32 años después de su muerte y con el correspondiente paso por las salas de justicia.
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Foto gentileza de: Hendrix